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enero 19, 2007

Globalización, Desarrollo y Políticas Públicas (Opinión)

Esta semana acudí a un seminario de empresa, iniciativa comandada por un importante centro de responsabilidad empresarial con sede en Santiago. Una interesante exposición hizo el ex presidente de Colombia, don Ernesto Samper. Se refirió a la globalización comenzando por un curioso hecho que decía que contaba en un curso que imparte en la Universidad Javeriana: La muerte de Lady Di. No dejó de llamar la atención cuando lo dijo, pero con la explicación aclaró toda duda, pues se trataba de una princesa inglesa que iba con su novio egipcio arriba de un auto alemán huyendo de unos paparazzis italianos que les tomaban fotos con unas cámaras japonesas que chocaron en una carretera de París y que ella murió siendo atendida por unos médicos vietnamitas. Había más ejemplos sobre el desarrollo de la historia, pero lo que quiero decir al recordar sus palabras es que el proceso de globalización, aunque sea casi un chiste en el ejemplo empleado, no se puede rehuir.

Pero la globalización, para que sea un proceso exitoso, debe ir acompañado de un correcto diseño de políticas públicas, como menciona Joseph E. Stiglitz en su último libro, “Making Democracy Work”. Este acompañamiento se refiere al impulso en áreas como la educación y la tecnología, pero también con el impulso a la empresa. No se puede estar formando profesionales cuando no hay un desarrollo empresarial para la inserción laboral, de lo contrario se producirá un éxodo de profesionales. Y este es apenas uno de los ejemplos.

Por otro lado, sin políticos no puede haber política. La política conduce los procesos de desarrollo. Los empresarios y los políticos no pueden reemplazar el sitio de uno y otro. El Estado tiene un papel en la Economía de Mercado. Pero no podemos abstenernos de una clase política, como dijera don Ernesto Samper, que debe de ser honesta y responsable, como lo tiene que ser la gente de empresa, ciertamente. Y por ello muchos de aquéllos abrazan la responsabilidad social de la empresa. Pero lo políticos no pueden desaparecer.

Un estilo de crecimiento friedmaniano a ultranza conducirá a un crecimiento sin desarrollo, además de intentar prescindir de cualquier intervención estatal. Resultados negativos de la globalización los hay por todas partes, como lo vemos en América Latina. Pero resultados positivos del proceso de globalización sí se pueden encontrar en los países del Este Asiático. El desarrollo no basta ser una medida de la comparación del PNB per cápita entre los países. El enfoque de las capacidades de A.K. Sen influyó en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, dado que permite analizar el desarrollo desde una perspectiva más integral de las personas. Me parece también interesante lo que comenta Stiglitz sobre la visión de desarrollo que impulsó el rey de Buthan, el GNH, Gross National Happiness, donde el acento está puesto en la calidad de vida de las personas, e incorpora, además de elementos como las mejoras en la educación y la salud, los valores tradicionales que mantiene la sociedad.

Los países del Este Asiático llevaron a cabo políticas públicas comprendiendo los desafíos de la globalización, pues además de apuntar a un equilibrio político y macroeconómico fueron capaces de mantener altos niveles de empleo y toleraron niveles muy bajos de inequidad. Países como Chile deben atender a esta creciente globalización, ferrocarril del que no podemos saltar, pero sí hacer unas vías que nos permitan acercarnos a una situación de cohesión social. De lo contrario, algún estrellón nos podemos dar.

noviembre 17, 2006

Transparencia Pública y Privada (Opinión)

Mucho se ha dicho con respecto a la necesaria transparencia de la gestión de las empresas, por eso ellas han hecho un gran esfuerzo en dar a conocer información de su desempeño y desarrollan políticas de Responsabilidad Social Corporativa para que el público conozca de la mejor manera posible cómo llevan a cabo su procesos y cómo se vinculan el Plan de Negocios y la ética corporativa. Y las empresas del Estado también han hecho lo suyo en este camino. Pero los ciudadanos perdemos la noción de responsabilidad social al haber estado atentos sobre el reciente comportamiento de otras organizaciones del Estado, en donde pareciera que los criterios del Bien Común quedan en manos de los que se conforman con una ética acomodaticia. No es posible asignar una fuerte presión social a las empresas cuando el sector público evade las responsabilidades de su comportamiento.

¿De qué sirven los grandes discursos del Chile del Bicentenario cuando no hay transparencia en gastos que no son menores?: maquinaciones políticas, dirán algunos. Pues no, justificar gastos electorales con facturas que no eran correctas es algo que no podía ocurrir cuando era la primera vez que el Estado financiaba campañas de este tipo. Quedarse con frases de un Chile “poco” corrupto es inaceptable, simplemente no tiene por qué serlo, y porque la actuación de las personas que ejercen el servicio público debe de ser intachable, de otro modo estaríamos asistiendo a la desnaturalización del Estado.