octubre 05, 2007

05 de Octubre de 2007 y José Aldunate

Tenía apenas 13 años cuando se llevó a cabo el referéndum convocado por el gobierno de Augusto Pinochet en 1988. Recuerdo que en mi curso del colegio hacíamos encuestas de quiénes estábamos por el NO y por el SI. Había unos indecisos que no decían lo que pensaban, quizás por falta de madurez, o porque sería de mal gusto decirlo. La cuestión era que teníamos empate técnico. El resultado final del país fue de un 55,9% para el NO. Al día siguiente, el 6 de octubre, el país no se convirtió en la fiera que pregonaba la campaña del SI. No vinieron los hombres encapuchados montandos a caballo portando el estanderte de la hoz y el martillo. Mi abuela apareció en el spot del SI a causa de no sé qué cosa que hizo un tío mío. Eran apenas unos segundos, que aparecían todos los días…, ella muy sonriente. Me resulta cómico recordarlo,

Los titulares de hoy no están recordando ese año de 1988, a 19 años del triunfo del NO. Sólo sabemos que en la víspera fueron arrestados los familiares directos del General Pinochet. Pareciera que no hay memoria de lo que ocurrió en ese año. Si hasta en 1987 vino Juan Pablo II de visita a Chile, y no sabremos que conversaron a solas estos dos personajes. No es tan difícil imaginar. Tener al Jefe de la Iglesia Católicas antes del plebiscito fue uno de los tantos elementos claves de aquella época de cambio.

De lo que más reparo de ese tiempo es el haber vivido en el brutal desconocimiento de la violación a los derechos humanos. Es lo más injusto que tuvo la primera parte de mi vida en mi propio país. Pocos sabíamos y creíamos que las torturas, desapariciones y asesinatos eran parte de la verdad. Muchos juzgan estos “enfrentamientos” como parte de una actividad de un estado de guerra.

Hace unos pocos días pude departir con un hombre que hoy casi no ve: don José Aldunate, don Pepe, de la Compañía de Jesús. En un pequeño auditorio nos contó de cómo un padre se inmoló por dos hijos suyos que estaban siendo torturados (Galo y María Candelaria). Se trataba de Sebastián Acevedo, que prendió fuego a su cuerpo el 11 de noviembre de 1983. Él dio nombre a un movimiento contra la tortura que el jesuita lideró, que tuvo la característica de no ser violento, y bajo el imperativo ético de la verdad. Nunca lo detuvieron, él dice ni saber el por qué. De entre sus frases las que mas recuerdo de esta tertulia son, “no me gusta nada eso del ni perdón ni olvido, eso no es cristiano” y la otra, “para perdonar, se necesita conocer la verdad”. “Ninguna condena de las violaciones a los derechos humanos logra la vehemencia de conocer la verdad”. Quizás no fueron sus palabras exactas, pero son una luz dentro de la ética.

1 comentario:

Alex Mitrani dijo...

Interesante articulo, Andrés.

Saludos

Alex.