Encarna el servidor público en su máxima expresión. No trabajó de ingeniero por dedicarse a la política, viviría más cómodamente. Respeta la familia, y otros muchos valores que están en lo más hondo de la sociedad chilena. Quizás por eso el trabajo de la UDI en el campo popular ha tenido éxito: se da cuenta de sus problemas, pero este grupo sabe cuáles son los valores con los que están dialogando, por eso el buen trabajo.
Recientemente la derecha se desentendió con los empresarios en el proyecto “depreciación acelerada”. El error, el Ministro de Hacienda, el caudillo de la reina, tuvo un excelente diálogo con el empresariado. Pero se saltaron a la clase política. No hubo excelencia. Los empresarios no pueden reemplazar a la clase política, ni viceversa, lo sabemos bien. El diálogo, que en el fondo es tomar nota de las sensibilidades, falló. Longueira lo entiende bien, ese diálogo no se puede abortar. Lo político-técnico fue reemplazado por lo puramente técnico, entonces, lo lógico era no apoyar el proyecto.
Michèlle Bachelet debiera de tener colaboradores del talante del renunciado candidato: gente honesta, y abierta al consenso.