Dándole la mano a la luz que deambula por entre las ventanas
La muralla, el ladrillo, la voz de las vírgenes que loan sin cesar
Y poco a poco la verdadera musiquilla de los ángeles
Mirando con todo el ímpetu
Bordeando con sus manos la hiedra
El lodo
La espera
Tan retardada en la llegada
Tan blanca en la vida
En los recovecos de su vida imaginada
Pies desnudos que avanzan por el bosque
Y voces que unidas a este pedazo del Firmamento
Acurrucan esas ansias
Por entre las venas
Y todas las miradas acechando
El escudero atento
Y la voz atenta atrapada en una sílaba
Suso
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