Decirlo, decirlo todo. Hasta la última gota, por todas las ventanas de la casa grande. Bajo la lluvia que se deja oír entre los árboles del parque, ahí enterrar las horas dedicadas al desaire, al encierro, a la aventura.
Porque todo un día habrá de abandonar su sino, y apuntará directo a las llamas de la chimenea. Acurrucará mi añoranza, el eco en las olas del mar.
Vendrá, lo devastará, y dejará todo asperjado con el olor de la menta, cada rincón. Dormiremos por fin, hasta doblegar a la tormenta.